Ciudades que respiran: del baño de bosque a los nuevos espacios urbanos
- Antonio Beltran
- hace 7 días
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En un mundo cada vez más acelerado, las ciudades enfrentan un reto central: ¿cómo devolver a las personas la calma, la salud y la conexión con la naturaleza sin salir del entorno urbano? Desde Japón surge una práctica que ha inspirado a urbanistas y arquitectos en todo el planeta: el shinrin-yoku, mejor conocido como “baño de bosque”.
Lejos de ser una moda pasajera, este concepto consiste en caminar de manera consciente en un entorno natural, percibiendo con atención los sonidos, aromas y luces del bosque. Estudios científicos han comprobado que reduce el estrés, fortalece el sistema inmune y mejora la concentración. Pero lo más interesante es cómo este principio, tan simple y humano, ha comenzado a transformar la forma de diseñar ciudades.
Ciudades que integran el bosque
Ejemplos hay varios. Singapur se autodenomina “la ciudad en un jardín”, donde los rascacielos están cubiertos de vegetación y las reservas naturales se entrelazan con las avenidas. En Milán, el famoso Bosco Verticale convirtió dos torres en un auténtico bosque vertical con más de 900 árboles, mientras que en Nueva York, el parque elevado High Line transformó antiguas vías de tren en un paseo verde lleno de experiencias sensoriales.
En México también se han dado pasos firmes. El Parque La Mexicana, en Santa Fe, es un caso emblemático: 30 hectáreas de áreas verdes que funcionan como pulmón y refugio en medio de la densidad urbana.
Lecciones para nuestras ciudades
La enseñanza es clara: no basta con plantar árboles de forma aislada, sino diseñar espacios urbanos que inviten a la experiencia. Se trata de crear corredores verdes, plazas arboladas, parques lineales y hasta azoteas vivas que permitan a los habitantes reconectarse con lo esencial: respirar, caminar y sentir.
Ciudades como Irapuato, con una fuerte tradición agrícola y un símbolo natural como la fresa, tienen una oportunidad única para explorar este enfoque. Imaginar corredores verdes que unan colonias, plazas que se transformen en jardines sensoriales o espacios públicos que integren huertos urbanos podría ser el inicio de un urbanismo más humano, cercano a la tierra y a sus raíces.
Una ciudad que también descansa
La idea detrás del baño de bosque es sencilla: recordar que las personas necesitan tiempo y espacios para detenerse. Y si las ciudades logran ofrecerlo, dejarán de ser solo lugares para transitar y se convertirán en sitios para vivir con plenitud.
Quizá el futuro del urbanismo no esté en construir más rápido, sino en aprender a respirar mejor.
Antonio Beltrán
Arquitecto
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